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martes, 22 de marzo de 2011

Armario sin puertas.

    Un sábado, a media noche, me despierto con sudores, desesperado, y una extraña sensación de que va a pasar algo malo, pero, ignorándola, cierro los ojos, y lo intento, intento dormirme y no puedo. Esa horrible sensación vuelve a mi mente, y el imbécil acto de, pensar, vuelve a inundar mi cabeza, no sé cómo explicarlo, es como, haber como lo diría, una mezcla de enfado y pena. Balanceo mi cabeza esperando que el pensar cese, esperando lo imposible. Viendo que no cesa, cojo el móvil y con los cascos en los oídos, pongo la música bien alto, para evitar el mundo real, ese mundo en el que todo es pena, prejuicios y falsos sentimientos, pero, esta vez no funciona, ni la música me ayuda, en todas y cada una de las canciones encuentro toda su penuria. Al ver que eso no funciona, me levanto, y enciendo la tele,-ya entiendo porque le llaman la caja tonta, te ayuda a no pensar -pienso con una sonrisa sonsacada de mi cara-, pero, esta vez tampoco eso me ayuda. Resignado me tumbo sobre la cama, bajo la luz de la lámpara, dejo que mi cerebro piense,  y en voz muy baja y temblorosa me critica, me dice que no puedo esconderme más, que no merece la pena ,que lo que piense la gente no es bastante para hacerme sentir mal, tras el repetitivo sermón de mi estúpido cerebro, viene algo a lo que de verdad le veo sentido, me pregunta por qué, si todos a los que quiero, o por lo menos casi todos, me van a tratar igual, pero, siento que no puedo, algún animo más me falta, algo que de verdad me haga sentir lo bastante BIEN como para gritarlo a los cuatro vientos .
    Ese mismo día, llamo a una amiga, quedo con ella, a las seis en su puerta, es un grupo grande, no se notara mi demasiado mi presencia, esa misma noche, me entero de lo que, aunque ya sabía nunca había conocido, hay más gente de mi misma edad en mi misma situación, las escucho, me encanta, sienten lo mismo o por lo menos algo muy parecido a lo que yo siento.
    Creo que hace mucho que no me pasaba, pero, me lo he pasado BIEN, es una sensación increíble la que se siente al saber que no soy el único en el mundo…una de ellas, a la que considero una de mis mejores amigas, me pregunto, me pregunto si era GAY… y no sé en ese momento me sentí con fuerzas suficientes como para, por vez primera, afirmarlo, decir que si, lo soy y me siento orgulloso de ello.
     Esa noche llego a mi casa, me tiro en la cama y respiro hondo. En lo primero que pienso es si esto es lo que me despertó esta mañana y me respondo chillando:
     -Si esto es algo malo, creo que soy masoquista.

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